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El antiguo filósofo Griego Aristóteles instruía a sus pupilos: "Nada destruye nuestra salud más que la inactividad física". El hecho de que la actividad física ayuda a mejorar nuestro estado mental y físico es indiscutible. La mayoría del trabajo físico ha sido sustituído de personas a máquinas, los pies han sido sustituidos por pedales en un coche, y la mayoría de nosotros llevamos vidas sedentarias. Somos personas que dependemos de nuestros asientos. Pasar largas horas en una posición llevan al hecho de que nuestro esqueleto y músculos se debilitan, pierden soporte, la pelvis pierde estabilidad y la columna se resiente. Como resultado de la inactividad física sufrimos de problemas físicos, restricciones de movimiento y libertad, problemas de concentración y la inhabilidad de relajarnos del estrés. Sentarnos durante horas en un espacio cerrado desde el sexto año de vida causa que el organismo pierda oxígeno, y el consumo de nutrientes es desaprovechado. Pese a una forma cada vez más popular de descanso activo, estas actividades continúan siendo muy inferiores al tiempo que pasamos en frente de la TV y el ordenador. Por ello, en el ajetreo de tareas diarias, es muy importante que tengamos siempre un mínimo tiempo para andar o hacer ejercicio. Actividad física moderada y recurrente incrementa nuestro rendimiento, fuerza y masa muscular. Afecta positivamente nuestra apariencia, sistema circulatorio, metabolismo, desintoxicación, y libera el estrés mental y físico. El descanso activo incrementa el rango de movilidad de nuestras articulaciones, ayuda a fortalecer su superficie y las protege del desgaste. El ejercicio físico nos ayuda a mantener una postura correcta, mejora el equilibrio y la coordinación, estimula las defensas y cura algunas enfermedades de la "civilización". Gracias a un estilo de vida saludable no solo prevenimos enfermedades, también las curamos. No creas cuando dicen que si tus articulaciones no están bien, tu cuerpo no debería someterse a estrés y no necesita hacer ninguna actividad. La enfermedad, aparte de las lesiones, es un estado de mal funcionamiento de la homeostasis, de la que nunca debería sufrir ningún órgano. Las enfermedades musculoesqueléticas degenerativas ocurren junto a otras como por ejemplo obesidad, diabetes e hipertensión. Su causa no es la falta de ejercicio o un problema articular, pero sí un problema de dieta y de falta de cuidado del organismo, como por ejemplo la limpieza regular de nuestro organismo. Las toxinas intestinales migran a las articulaciones mayores y menores de la columna y las extremidades, causando su destrucción gradual. Las articulaciones se enfrentan a desgaste, inflamación, dolor y por lo tanto restricción de la libertad de movimiento. Cuando nos sentimos bien y saludables, la vida es mucho más satisfactoria. Si no estás acostumbrado a realizar actividad física, empieza despacio con ejercicios. Dependiendo como mejore tu condición física y de salud, automaticamente tendrás más energía y querrás practicar más. Elige una forma de actividad que disfrutes y esté en tu rango de movilidad. Si eres una persona físicamente activa, compites o haces ejercicio por diversión, exponiendo tus articulaciones a altas cargas y micro-lesiones, fortalece tus sistema musculoesquelético con suplementos nutricionales. El principio de oro del ejercicio saludable: Haz ejercicio al menos 3 veces por semana durante 30 minutos a un paso de 130 pulsaciones por minuto.

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